Ambientalistas internacionales expusieron los enormes perjuicios generados por los transgénicos en sus países, donde los cultivos agrícolas fueron puestos al servicio del negocio antes que de la alimentación.
La Paz, septiembre de 2022 (ANA).- La Paz fue escenario de un seminario internacional y que se desarrolló el fin de semana en el paraninfo de la universidad Mayor de San Andrés (UMSA) donde se advirtió de los graves peligros que conlleva el cultivo y consumo de productos transgénicos para los ecosistemas y la biodiversidad así como a la salud y seguridad alimentaria de los pueblos.
El evento denominado “La amenaza de los transgénicos para la seguridad alimentaria” fue impulsado por Probioma (Productividad Biósfera y Medio Ambiente), el Cedib (Centro de Documentación e Información Bolivia), la UMSA, SOS FAIM (Contribución a la Seguridad Alimentaria), Bolivia Libre de Transgénicos, Humedales sin Fronteras y 11.11.11 (Derecho, Ambiente y Recursos Naturales).
Disertaron en el seminario Leonardo Melgarejo (Brasil) que presentó “Contexto global y regional: Postpandemia, crisis alimentaria y agroecología”, Germán Vélez (Colombia) con “Problemática de las semillas en tiempos de postpandemia” y por Argentina, Fernando Cabaleiro (La defensa de la seguridad alimentaria desde el litigio) y Fernando Frank (La amenaza de nuevos eventos transgénicos en Argentina).
Palma aceitera
El expositor colombiano Germán Vélez, quien cuenta con más de veinticinco años trabajando con organizaciones indígenas y campesinas, se refirió a los enormes perjuicios que en su país produjo y produce la palma aceitera, especie oleosa invasiva y muy dañina, pero que en Bolivia se determinó introducirla mediante un decreto emitido en agosto de 2022 que establece el fomento de su producción para fabricar biodiésel.
Sí, erosionan estos suelos donde cultivan las palmas aceiteras porque primero pues destruyen la biodiversidad que son ecosistemas de alta riqueza para volverlos en un monocultivo que es exactamente lo mismo a sembrar un monocultivo de soya o de palma, la única diferencia es que es un cultivo permanente, pero el impacto es grandísimo.
El cultivo de palma aceitera es enormemente exigente en cuanto a los requerimientos que presenta de agua afectando por consecuencia las fuentes del líquido elemento, inclusive llega a extinguir las áreas cultivadas a causa de enfermedades de esa especie, virosis en general.
“Una virosis que mató la, por ejemplo en el Pacífico que es una selva tropical, mató casi el 80% del área agrícola de palma y todavía al día de hoy no han encontrado una solución técnica para resolver el problema porque es un desequilibrio tan grande del ecosistema que no se han encontrado soluciones”, testificó Vélez.
El director de la corporación Grupo Semillas de Colombia recomendó al gobierno boliviano considerar las experiencias vividas en Colombia, así como las de otros países como Argentina y Brasil, en cuanto a que esos cultivos no son solución para la crisis alimentaria, “porque la palma aceitera no es un modelo para el pequeño agricultor”.
Volver a la fuente de la agricultura
Fernando Cabaleiro, abogado ambientalista de Argentina y quien enfrentó exitosamente litigios contra empresas transnacionales de productos transgénicos, consideró como alternativa frente a la problemática de los transgénicos, el volver a las fuentes de la agricultura a partir de un proceso de transformación que abandone los paquetes tecnológicos (semillas, pesticidas, fertilizantes, etc.) para retornar a una agricultura en armonía con la naturaleza y que de verdad produzca alimentos.
“Porque la agricultura basada en el agronegocio no produce alimentos, eso es una gran falacia, eso es un proceso de “commodity” (que se puede comerciar, comprar o vender [ANA]), generando externalidades que no son asumidas ni por las empresas ni por quien utiliza de su paquete tecnológico y eso desde el punto de vista legal es, bueno, es otro tema que es inconstitucional”.
En referencia a enfrentar litigios legales con instancias que fomentan y o producen elementos transgénicos, Cabaleiro recomendó que en primera instancia hay que presentar las pruebas del daño que los agrotóxicos provocan en la salud de las personas como perjuicios genéticos, alteraciones hormonales o afectaciones al sistema nervioso, todo ello correspondientemente respaldado con estudios científicos.
“Precisamente vinimos acá a Bolivia para evitar que pase lo que en la sociedad argentina, porque Bolivia tiene una legislación de avanzada, de derechos de la Madre Tierra, y bueno, es evitar, el maíz está en serio riesgo ante la liberación del maíz transgénico, entonces es muy importante esta defensa de esos bienes que son bienes ancestrales y bienes comunes de la población boliviana”, remarcó el defensor del medio ambiente sano.
Evaluar todas las consecuencias
Ser críticos y evaluar todas las consecuencias de los transgénicos como sistema, es la propuesta de Fernando Frank, miembro destacado de la Asociación Campesina Valle del Conlara y autor de varias publicaciones ambientalistas y uno de los expositores argentinos en el seminario internacional, quien no dejó de referirse a los paquetes de producción que incluyen los denominados transgénicos.
“Se trata de paquetes de producción, paquetes tecnológicos que incluyen el uso de herbicidas, el uso de insecticidas, de fungicidas, de fertilizantes como decías, de semillas transgénicas y que están asociados con una cadena de empresas, de maquinaria, de propietarios y arrendatarios de tierra, de comercio de granos, de industrias de procesamiento, por ejemplo la ganadería de engorde a corral…”
Frank estimó que la aplicación de la agroecología es una alternativa viable frente a la problemática transgénica en cuanto a que va en pos de recuperar las culturas productivas en el sentido de ser diversas y armonizar con la naturaleza, pues propone el conocimiento científico en diálogo de igual a igual con los saberes populares “que son muy importantes para los desafíos de producir alimentos cuidando la tierra y la naturaleza”, ilustró. (VLM)