Fomentar el uso de abonos orgánicos y cultivos rotativos, concienciar y movilizarse contra las instancias que contaminan los suelos provocando su degradación y frenar el empleo de herbicidas y pesticidas.
La Paz, julio de 2022 (ANA).- Desertificación,deforestación, uso desequilibrado y mal empleo de equipos mecanizados son las cuatro causas principales que provocan la degradación del elemento que nutre y sostiene a toda forma de vida: el suelo, pues de él provienen la vegetación, el agua y los nutrientes necesarios para todas las especies, por eso las culturas ancestrales le reconocen vida, porque es la fuente de la que emana.
Y es que el suelo es mucho más que eso, mucho más que un soporte, al ser concebido como fuente nace su naturaleza de madre, de Madre Tierra, a la que la ley 071 de Derechos de la Madre Tierra define como “sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común”.
Por ello, Bolivia no es ajena a la contaminación de sus suelos, que se produce por factores como la erosión, la minería, la plantación de cocales así como la explotación de flora y fauna, aunque existen otros factores más como la descontrolada expansión urbana, según estudios que cotidianamente se renuevan, como los que establecen que el 48% del territorio nacional se encuentra en proceso de desertificación (Unidad Técnica de Información del Viceministerio de Tierras).
Polución minera
La polución minera que afecta a los suelos, los daña y deteriora así como a sus venas, los ríos y acuíferos, es el principal factor atentatorio contra toda forma de vida, porque si bien ese daño es provocado por el extractivismo aurífero en la amazonía boliviana, también se produce y con alta incidencia, en otras regiones, tales como en el valle y el altiplano.
Precisamente en estos días se vienen registrando fuertes movilizaciones de la nación Chichas, al sur de Potosí, contra la polución minera que envenena los ríos de todo ese sector, en este caso contra la minería del cobre, pues un ingenio procesador del mineral contamina la cabecera de la cuenca Tumusla y consecuentemente los sembradíos del lugar.
En ese sentido, y para hacer frente a la contaminación de los suelos, es preciso al menos emplear humus de lombriz (abono orgánico) en los cultivos, hacer rotar las siembras a fin de que los suelos renueven humedad y sus nutrientes, evitar el uso de herbicidas y plaguicidas que solo termina dañando la calidad de los suelos.
Pero ante todo, es necesario adoptar acciones masivas y contundentes para mediante la educación, la concienciación y la movilización, poner un freno a las instancias que persiguen beneficios económicos a costas del empobrecimiento de los suelos, los ríos y la calidad de vida en general, como las empresas mineras y otras que persiguen el aprovechamiento de los recursos hídricos provocando la desecación de las tierras.
Por eso el Día Internacional de la Conservación del Suelo, se celebra cada 7 de julio desde el año 1963 y es muy importante que sea recordado con el objetivo de concienciar a las personas de la importancia fundamental que tiene la tierra dentro del frágil equilibrio medio ambiental. (VLM)