Allí, donde la escasez de agua plantea desafíos diarios, el ingeniero Erick Gamero se sumerge en la tarea de fabricar agua a partir del aire. El cómo ayudar a quienes carecen de este vital recurso lo impulsó a iniciarse hace siete años con su primer proyecto, el “Árbol de Agua”.
Adriana Gutiérrez (Texto, fotos y videos)
La escasez de agua activa todas las alarmas y pone a prueba el ingenio y la creatividad. La preocupación por la inminente crisis del agua, ronda desde hace mucho en la cabeza de Erick Gamero, hace siete años inventó el “árbol de agua” y hoy ha vuelto a poner a prueba sus destrezas de ingeniero para hacer funcionar una «máquina de extracción de agua del aire».
Se trata de una tecnología aplicada a las características del clima de Los Yungas, región tradicionalmente de altas precipitaciones pluviales que, sin embargo, se ve seriamente afectado por la escasez de agua.
El agua es un recurso esencial que escasea en todo el planeta, pues el 97.5% es agua salada y solo un 2.5% es agua dulce. Es un recurso finito y escaso y su sostenibilidad depende de normas adecuadas, capacidad de gestión y también de innovaciones tecnológicas. En este contexto, el cambio climático se alza como un ineludible desafío, impulsado por acciones antropogénicas que se extienden desde la Revolución Industrial hasta nuestros días. Este fenómeno ha transformado la calidad atmosférica, desencadenando un constante aumento de las temperaturas a nivel global, y sus efectos devastadores han recaído no solo a nivel mundial sino también en Bolivia, advierte el científico ambiental Marcos Nordgren, de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático.
La región montañosa de Yungas enfrenta una crisis sin precedentes. Los manantiales están en su nivel más bajo en décadas, y los ríos casi han desaparecido debido a una convergencia de factores: el cambio climático, la deforestación y la creciente población junto con la actividad minera.
Marcos Nordgren, parte de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático, advierte que se proyecta una crisis global de desabastecimiento de agua para el 2030.
La población exige agua
A principios de noviembre pobladores del municipio de Caranavi, en Nor Yungas a 150 kilómetros de la ciudad de La Paz, tomaron las calles protestando por la falta de suministro de agua potable.
Reclamaron porque los más de 70 mil habitantes de ese municipio solo reciben agua una o dos veces por semana. El alcalde Eustaquio Huiza dijo que el racionamiento se debe a la sequía que azota a la región y que provocó una baja en el caudal de las dos fuentes de abastecimiento. La sequía ha causado la pérdida de cultivos de café, palta y cítricos, y ha agravado la escasez de agua potable.
Inés López es dueña de un hotel y vive en Caranavi desde hace más de 50 años. Nunca imaginó que la escasez de agua se convertiría en un problema serio, pero en los últimos años varios hoteleros se vieron obligados a comprar 5 mil litros de agua por Bs 300, cada día por medio, para poder satisfacer la demanda de su clientela. «Este pueblo tiene varios ríos de los que se puede traer agua, pero no hay un proyecto», dijo, y además protestó porque los habitantes de Caranavi están pagando por agua que no reciben.
La crisis obliga a reflexionar respecto a las causas de la escasez. La contaminación de los recursos hídricos es una de ellas, La minería es una de las industrias más contaminantes e intensivas en el consumo de agua. Otro problema que contribuye a la escasez de agua es la deforestación, la tala y la quema descontrolada secan los ríos, vertientes y fuentes de agua.
El velo de la novia, una evidencia de la crisis, el bello y peculiar paisaje que se formaba con la caída del agua y que destacaba en la ruta hacia Los Yungas, ha quedado reducido solo a rocas.
En la comunidad de Tres Marías, Isaac Catacora recuerda con nostalgia la belleza natural que distinguía al lugar, especialmente el famoso velo de la novia, un atractivo turístico sobresaliente que desapareció con la intensificación de la actividad minera que, al desviar las aguas subterráneas, ha causado la desaparición gradual de la cascada y el deterioro del entorno. Apunta a la mina de la cooperativa San Rafael, que, a escasos metros, intersectó una vena de agua crucial desvió significativamente el curso natural del agua y provocó la contaminación del río local. Todo por la ausencia de regulaciones efectivas que dan pie a la minería con la asignación de parcelas mineras sin considerar el impacto en los recursos hídricos. Isaac, como muchos otros lugareños, clama por una gestión más responsable y consciente de los recursos hídricos para preservar el ecosistema local porque, actualmente la comunidad está experimentando la pérdida de manantiales, y nadie sabe con claridad quiénes están desviando estas fuentes vitales.
En el municipio de Palos Blancos, reconocido por su producción diversa que incluye cacao, frutas como banano, papayas y sandías, y la exportación de chocolate a través de la reconocida marca El Ceibo, se evidencia un fuerte enfoque en la agricultura ecológica y la autonomía local.
Por ello, Rubén Chambi, presidente del Concejo Municipal de Palos Blancos, expresa preocupación por el reciente embate de sequías e incendios forestales que han impactado drásticamente en las fuentes de agua. Antes del desastre provocado por los incendios forestales, estas vertientes producían un promedio de siete litros por segundo, ahora apenas logran verter tres litros, lo que representa una disminución significativa. Ante esta situación, el municipio está en la búsqueda activa de políticas y medidas de restauración y preservación de este recurso vital.
Para intentar explicar la actual crisis, Chambi refiere que los años 2009 y 2011, se llevaron a cabo exploraciones sísmicas en la zona, en busca de yacimientos de petróleo. Sospecha que las detonaciones de dinamita con fines de exploración petrolera pudieron haber desencadenado un impacto ambiental negativo e impactado en la disminución actual del agua en la región.
La comunidad se encuentra en una búsqueda activa de soluciones sostenibles y políticas efectivas que permitan revertir el deterioro de las fuentes hídricas y garantizar la sostenibilidad de las actividades productivas, fundamentales para la economía local.
¿Agua del Aire? revolución de la inventiva “made in Sud Yungas”
En un rincón de Sud Yungas, donde la escasez de agua plantea desafíos diarios, el ingeniero Erick Gamero se sumerge en la tarea de fabricar agua a partir del aire. Su incansable pregunta sobre cómo ayudar a quienes carecen de este vital recurso lo impulsó a iniciarse hace siete años con su primer proyecto, el “Árbol de Agua”.
Este árbol, de siete metros de altura, no era un organismo vivo, sino una máquina con un objetivo claro: extraer aire, condensarlo hasta el punto de rocío para transformarlo en agua líquida. Gamero afirma que esta solución no solo es viable, sino que es instantánea y respetuosa con el medio ambiente, una respuesta urgente a los crecientes problemas de agua.
Aclara que la máquina no solo produce agua, también filtra impurezas del aire, asegurando un suministro seguro. Además, está en camino de adaptarla para funcionar con energía solar, pensando en la accesibilidad para comunidades vulnerables.
Construir esta máquina demanda tres días, pesa 72 kilogramos y es fácilmente transportable a cualquier rincón del país. Su costo fluctúa entre 6000 a 6800 bolivianos, pero su inventor se enfoca en hacerla accesible para comunidades con menores recursos. Asegura que su vida útil es indefinida y cualquier inconveniente es solucionable debido a que todos los componentes son locales y bajo su tutela como creador.
Lo que para la naturaleza es un proceso natural, la inventiva de Erick Gamero lo ha replicado ingeniosamente en una máquina, fabricada en Tajma, Sud Yungas. Su visión es clara: proporcionar agua a quienes más lo necesitan, llevando esperanza a comunidades que ya enfrentan la escasez y brindando una solución práctica e inmediata a la creciente crisis hídrica.
Este reportaje fue realizado en el marco del Fondo de Apoyo Periodístico “Crisis Climática 2023”, que impulsan la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático y la Fundación Para el Periodismo (FPP).