Ubicada en el extremo oeste del Departamento de La Paz, entre las provincias Bautista Saavedra y Franz Tamayo, se encuentra el Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba, espacio de conservación en cuyas tierras se desarrollan varios proyectos productivos sustentables como el Programa para la Conservación y Aprovechamiento Sustentable de la Vicuña y otros proyectos productivos sustentables como la truchicultura, la producción de semilla de arveja y el trigo biofortificado.
Áreas protegidas, espacios de conservación y producción sustentable
De acuerdo al criterio de Rolando Céspedes, especialista en riegos y agricultura de la Universidad Mayor de San Andrés, las áreas protegidas bolivianas son espacios fundamentales para el desarrollo de proyectos productivos sustentables, en primera instancia mediante la conservación de las tierras, de los bosques y especies de vida silvestre, pero principalmente de los recursos hídricos que éstas proveen, especialmente de los nevados, las lagunas y ríos que contribuyen de gran manera a los sectores productivos, mucho más ahora en estos tiempos de cambio climático.
“Desde hace 22 años hago investigación en la parte de recursos naturales, productivos, riego y drenaje, y creo que el aporte de las áreas protegidas no es visibilizado como hace diez o más años atrás, cuando las 22 áreas nacionales tenían ejes estratégicos bien definidos y sobre todo los cuerpos de protección los socializaban de forma comprometida con las comunidades participantes, me gustaría que alguna institución genere un debate en este aspecto para poder participar con mis puntos de vista al respecto”, señala Céspedes.
Cuatro ejes fundamentales: Coordinación Interinstitucional, Género, Gobernanza e Interculturalidad
El experto entrevistado señala que existen varios ejes cuya aplicación es fundamental para el desarrollo de proyectos productivos de largo aliento y sobre todo sustentables en las áreas protegidas y que deben ser realizados necesariamente con base en un trabajo coordinado e interinstitucional. “Hace mucha falta una coordinadora de todos los actores que intervienen en cada área y sobre este pilar fundamental recién desarrollar componentes de género, gobernanza e interculturalidad que, en mi criterio, deben estar presentes en todo emprendimiento al interior de estos espacios de conservación […]”, comenta Céspedes. “En el caso del ANMIN Apolobamba esto está funcionando solamente en el tema de la vicuña, ya que tienen una estructura [de gestión] que llevó varios años consolidar y tuvo el apoyo del Estado, de diversos organismos nacionales e internacionales”, dijo.
Céspedes enfatizó respecto de la importancia de generar coordinadoras para cada unidad de conservación, “considero que es fundamental que de la manera más pronta posible alguna instancia genere una coordinación interinstitucional para que no solo Apolobamba, sino todas las áreas protegidas puedan salir adelante, fortalecerse y generar sostenibilidad.”
Truchicultura en las tierras Kallawaya
“Muchos de los trabajos que se efectuaron en coordinación con el área protegida entre la década del 2000 al 2010 tuvieron un impacto muy positivo, tal es el caso de los manejadores de trucha que tienen un potencial fuerte en Apolobamba, hace menos de un mes se efectuó una defensa de tesis en la UMSA con el tema de inventariación de ecloserías que existen a nivel departamental en La Paz, entre las cuales se destaca a las ecloserías del sector de Antaquilla, Amarete y Charazani, lo cual demuestra que es posible generar iniciativas productivas en zonas de conservación”, comentó Céspedes.
“Debemos considerar que las áreas protegidas deben ser espacios que generen diálogo entre autoridades originarias, locales y nacionales para así poder tener una política de producción sustentable para la región altiplano y valles interandinos de La Paz”, señaló el experto.
El entrevistado, señala que “uno de los grandes ejemplos de trabajo productivo de la mano de la conservación es el de los centros piscícolas de cría de alevinos, como es el caso del centro piscícola de Amarete en el sector de Moyapampa y también en Antaquilla, proyectos que se promocionaron bastante, especialmente en la primera década de los 2000, donde se fortalecieron de manera importante las unidades productivas y familiares generando ingresos sostenibles para las familias de comunidades locales por más de una década”.
Para el caso de la truchicultura existieron estudios preliminares y varios manuales editados por Victor Castañón, ingeniero agrónomo. “Creo de manera fehaciente que todas las áreas protegidas nacionales tienen alto potencial para el desarrollo de proyectos sustentables que siempre deben ir de la mano de investigaciones serias y guiadas por especialistas, investigadores y técnicos”, expresa Céspedes.
Semilla de arveja
“Por otra parte, podemos citar como ejemplo estrella de productividad de la mano de la conservación, a la semilla de arveja. Con el apoyo del CIPCA y la Cooperación Española, se logró conformar varias asociaciones de productores de semillas de arveja, concretamente en los Ayllus de Kaata, Niño Corín y Amarete. Basados en un profundo estudio de comercialización, productividad y otros aspectos, se logró hacer que se conforme una organización productiva con base en la economía de la venta de arveja, propiciando inclusive que se mejoren los precios de venta y se generen mercados a nivel nacional. Mediante este proyecto se logró generar un reconocimiento a nivel nacional de la calidad de la semilla de arveja producida en Apolobamba”, indicó.
“El estudio efectuado para el caso de la semilla de arveja, por la calidad que se tenía en el ANMIN Apolobamba, determinó que su comercialización no debería ser de 40 bolivianos como se estaba cobrando, sino por encima de los 100 bolivianos, y, por otra parte, desde el 2006 a la fecha se eliminaron los intermediarios, generando así un valor agregado muy interesante para los productores locales, en aquel entonces cuando iniciamos el proyecto, el área protegida era una institución de mucha valía para las comunidades, hoy en día habrá que hacer un análisis sobre el trabajo y el rol que tienen en cuanto a relacionamiento con las comunidades, parece que las políticas de relacionamiento están debilitadas en la actualidad y esto creo que es a nivel nacional”, analiza Rolando Céspedes.
Trigo bio-fortificado
Finalmente, el experto en riegos y agricultura comentó respecto de otra actividad productiva desarrollada en las mismas comunidades desde hace ya tres años atrás y que según sus declaraciones es uno de los proyectos con mejores perspectivas para los agricultores de la región, “se trata del proyecto de trigo fortificado que es una iniciativa de la Universidad Mayor de San Andrés desde la Facultad de Agronomía en las comunidades de Kaata, Niño Corín y Amarete cuyo logro más destacable, aparte de los réditos económicos para productores locales es que en los departamentos de Sucre, Tarija y Potosí, señalan que están utilizando una semilla fortificada proveniente el ANMIN Apolobamba”.
El investigador entrevistado manifiesta que: “En la Provincia Bautista Saavedra se ha trabajado bastante con las organizaciones productivas, tanto las asociaciones de manejadores de trucha como de semilla y trigo fortificado tienen un potencial muy fuerte en cuanto a la generación de recursos para las comunidades y son proyectos que deben ser apoyados y fortalecidos desde los ámbitos académico, técnico, financiero y finalmente comercial”.
“En el caso del trigo biofortificado encontramos cinco ecotipos, no variedades, ecotipos, que han sido domesticados y adaptados. Mucha gente estaba queriendo introducir variedades de otras regiones sin embargo esto sería muy perjudicial ya que las especies introducidas son perjudiciales para los ecotipos locales, siguiendo el mal ejemplo del caso de la papa en la comunidad Chullina, por ejemplo, que después de tener más de 112 variedades de papa, actualmente no hay más de 30, por introducir papas la imilla y otras que quitaron espacio a las papas nativas que las hacen desaparecer poco a poco, esto además acrecentado por los efectos negativos del cambio climático”, manifestó.
Aprovechamiento sustentable de la fibra de vicuña
“Cuando hablamos de programas productivos sustentables del ANMIN Apolobamba, debemos señalar sin duda alguna al programa estrella que es el de manejo sustentable de la fibra de vicuña, que nace con el apoyo de financiamiento alemán y posteriormente español, ellos fueron los impulsores junto al personal del área, miembros comprometidos de las comunidades y desde su inicio cada dos años genera ingresos para las comunidades manejadoras de vicuña, y lo destacable es que lo hace de manera sustentable y cuidadosa con la especie silvestre, y esto fue gracias a que se generó un estudio que determinó proyecciones sustentables y que no existiría ningún daño para las vicuñas seleccionadas para esquila”, comenta Céspedes.
Investigación, la base para el desarrollo de proyectos productivos compatibles con la conservación
Respecto de si es posible compatibilizar conservación con producción sustentable, el experto entrevistado consideró que, sí, es posible, pero el eje fundamental es la investigación”, dijo. “Si no hay investigación, no es posible la conservación de especies endémicas y de vida silvestre, si queremos conservar, debemos pensar en investigar, por ejemplo, los recursos hídricos de cada sector, pongamos el caso de un nevado, si no lo conservamos, cómo es posible pensar en la productividad de una región”, explicó Céspedes.
“Cuando se investiga, es posible llevar de la mano a la conservación y a la producción, como Facultad de Agronomía pensamos que, por ejemplo, el riego por superficie debería cortarse y reemplazarlo por el riego tecnificado para darle a cada especie vegetal y racionalizar al ganado menor y al ganado mayor con la cantidad necesaria de agua para su consumo, si tomamos como eje fundamental a la investigación, podemos tener la seguridad de lograr compatibilizar producción con conservación en los siguientes años”, amplió Céspedes.
“Las áreas protegidas conjuntamente a sus instituciones aliadas tienen un potencial muy fuerte, cada institución debería aportar con lo que tiene, como en el caso de las universidades y su apoyo técnico y sobre todo de investigación, en este sentido lo más importante es aprender de y con las comunidades, pero devolviendo los conocimientos, no solo aprovechar de las comunidades”, indicó enfáticamente Céspedes.
A manera de conclusiones es posible establecer que la producción sustentable y amigable con la conservación, es posible, y que las entidades académicas, técnicas, financieras, estatales y sociales vinculadas a las áreas protegidas de carácter nacional, deben priorizar mecanismos de coordinación para que sus aportes sumen en torno al fortalecimiento de los proyectos productivos sustentables en áreas protegidas.
Artículo producido en el marco del Proyecto “Fortaleciendo las Bases de Sostenibilidad Financiera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Bolivia (SNAP) para la Consolidación de Procesos de Conservación”, implementado por FUNDESNAP en coordinación con el SERNAP y bajo el patrocinio de la Fundación Gordon and Betty Moore.