“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla, mientras el género humano no la escucha.” (Víctor Hugo. Escritor francés. 1802-1885)
“Convertid un árbol en leña y arderá para vosotros, pero no producirá flores ni frutos para vuestros hijos.”(Rabindranath Tagore. Poeta hindú. 1861-1941)
Verónica Stella Tejerina Vargas
Mgr. EIB: Educación Intercultural Bilingüe
Bolivia es un gran país, no sólo por su extensión territorial, sino también por la gran diversidad de sus ecosistemas y su diversidad cultural. Este gran país está entre los quince países con mayor biodiversidad a nivel mundial; entre sus increíbles tesoros se halla el de ocupar el cuarto lugar en riqueza de mariposas y el sexto lugar en diversidad de especies de aves. Aquí también se encuentra el gran salar de Uyuni, la Amazonía, los imponentes glaciares de más de 6 mil metros de altura, los múltiples parques nacionales, que contienen importantes fuentes de agua e imponentes maravillas naturales habitadas por pueblos indígenas de tierras altas y bajas. Somos un gran país, tristemente amenazado por la inconsciencia y la pequeñez de algunos sectores de la población y sus autoridades.
Los últimos sucesos, que en realidad son la repetición constante de los hechos de los últimos años, nos han demostrado paulatinamente qué poco valoramos la grandeza de esta nuestra casa, pues se valora más el capital económico por encima del capital de la vida, expandiendo una imparable “cultura de muerte” y atentando contra el bienestar de la madre tierra. Eso se traduce en la expansión y avasallamiento ilegal de terrenos, en la insensata e incontrolable deforestación de los bosques, los incendios provocados que matan y generan el desplazamiento forzoso de animales y comunidades, en la explotación de la minería ilegal, así como en el crecimiento no planificado de la mancha urbana y la agro-industria. Todo ello demuestra la ambición desmedida y la total ceguera por salvaguardar lo más valioso: la tierra, el bienestar y la vida.
Algunos sectores sociales, económicos y políticos se han convertido en directos responsables de todo el desequilibrio natural que estamos sufriendo por las sequías, terribles olas de calor, retroceso de nuestros glaciares, extinción de especies y la desbordante contaminación que atenta contra la salud integral de todo habitante de este gran país. Ya no podemos engañarnos creyendo que esto se arreglará solo. Tenemos que actuar y organizarnos como sociedad para demandar, exigir y frenar los abusos y daños hacia nuestro entorno natural, nuestras propias vidas y la vida de todo aquello que amamos.
Al ser un gran país, éste nos convoca a que lo conozcamos y recorramos, pues sólo se ama, cuida y resguarda aquello que se conoce y, sobre todo, aquello con lo que se crea un inquebrantable lazo, una relación de lealtad, protección y ayuda. Una forma de conocer, sentir y crear lazos con esta vibrante tierra es el viajar; el transitar con los ojos y todos los sentidos bien abiertos a toda experiencia transformadora. Viajar nos permite experimentar y descubrir el estado real de las cosas y la salud de nuestra madre Tierra, percibir sus latidos, su respiración, su lenguaje; así como también su agonía y dolor.
Asimismo, para todos aquellos viajeros y viajeras que practican un turismo responsable es una alarmante situación el comprobar que nuestro gran país está enfermo; que las fuentes de agua, las lagunas de alta montaña, ríos y represas disminuyen en caudal; que por la contaminación constante a causa de los incendios nuestra calidad de aire es pésima; que las nieves de los glaciales van derritiéndose imparablemente; que por la falta de lluvia, los exuberantes parajes de diversas tonalidades ahora son recuerdos que nos cuestan evocar en la memoria, contrastando el pasado con el presente.
Nos sofocamos con nuestras prácticas ecocidas, la naturaleza también lo hace, en proporciones desmedidas, bajo la bruma de inconsciencia e indolencia medioambiental de algunos sectores. Estamos ardiendo, y con las llamas y la contaminación se disuelve y esfuma nuestra vida, nuestro presente y futuro; se nos disipa la sonrisa, la salud y la calma. Asimismo, somos los encargados de frenar la enfermedad y el desastre natural que hemos provocado, pero también es triste constatar que somos la raíz y el origen de todo el daño causado. Por tanto, somos al mismo tiempo el antídoto y el veneno, nosotros decidimos qué función cumplir.
Es tiempo de los compromisos y las luchas colectiva para revertir lo que un puñado de personas y autoridades inconscientes están haciendo o dejando de hacer y cuya acción impacta en la mayoría de la sociedad y sobre todo en la naturaleza. Tenemos el reto de estar a la altura de un gran país, una maravillosa tierra que aguarda que dejemos de ser esclavos del “aparente” progreso, del consumismo y el capitalismo salvaje, ése que lo consume y devasta todo, de un gran país que espera que dejemos de ser prisioneros de migajas e ilusorias baratijas que nos encandilan los ojos efímeramente. Lo real, lo verdadero y auténtico no se disfraza, la naturaleza es, está y se brinda permanentemente sin engaños. Le estamos quedando chicos a un gran país, chicos en ideas, chicos en coherencia, chicos en creatividad para dar solución a los problemas que año con año vamos arrastrando.
Esta gran tierra merece que transformemos nuestro afán destructor, este gran país merece grandes defensores, activistas, autoridades y seres humanos; no pigmeos que ostenten sus pequeñeces camufladas de grandezas, destruyendo nuestro hogar que es la naturaleza, la única y real posibilidad de ser, de estar y de vivir en dignidad, salud y bienestar. ¿Acaso hay grandeza mayor? Sin lugar a dudas, tenemos un reto histórico: el reto de estar a la altura de un gran país.
Anexo:
Consignas presentes en la gran marcha nacional por los bosques y el agua. Cochabamba 13.11.2023 (Fuente- ÁGAPE: Amor condicional por los animales)
– Cada árbol perdido es un eco apagado. No al ecocidio.
– Pirómanos biocidas.
– No llores cuando tus hijos no tengan agua que tomar. La lucha es hoy.
– Restauremos nuestros bosques. Los bosques son vitales para nuestro suministro de aire y agua.
– No más incendios, no más deforestación, no más minería que envenena.
– No más incendios, no más mercurio en nuestros ríos.
– Ni oro ni coca, el bosque no se toca.
– La tierra no está muriendo, está siendo asesinada.
– Exigimos revertir las concesiones mineras en áreas protegidas y declarar emergencia ambiental en los ríos afectados por la minería.
-Luto por los animales quemados en la Amazonía.