Se estima que el 30% de superficie terrestre debe estar bajo protección para conservar la biodiversidad y hasta la mitad para mantener la funcionalidad ecosistémica.
Por: Luis F. Pacheco, Fausto R. Méndez de la Cruz, Damayanti Buchori & Jorge Salazar-Bravo
La Paz, 25 diciembre (ANA).- Se estima que el 30% de superficie terrestre debe estar bajo protección para conservar la biodiversidad y hasta la mitad para mantener la funcionalidad ecosistémica. Sin embargo, la cobertura actual no alcanzan estos valores y, antes de expandirlas, es necesario resolver cuestiones teóricas y técnicas que orienten dónde deberían ubicarse las nuevas áreas protegidas y cuáles podrían ser los efectos no deseados al aumentar su extensión, bajo un modelo de desarrollo extractivista. Se propone que la manera más efectiva de conservar la biodiversidad es adoptar un modelo que priorice el funcionamiento ecológico de los ecosistemas terrestres sobre las ganancias económicas inmediatas.
Las áreas protegidas (AP) sólo abarcan fragmentos de la distribución de la mayor parte de la biodiversidad. Por ejemplo, las especies de gran tamaño requieren mayor superficie, mientras que los vertebrados pequeños son más vulnerables debido a su capacidad limitada de desplazamiento. Las especies endémicas necesitarán consideraciones especiales por su distribución limitada, que con el cambio climático podría quedar fuera de su hábitats naturales.
La expansión de AP requiere de un adecuado manejo, el cual debe basarse en criterios teóricos, pero también involucrar los conocimientos ecológicos locales de manejo de la tierra. Por otro lado, restauración puede generar beneficios económicos, pero suele ser lenta y costosa. Además, las soluciones basadas en la naturaleza requieren una evaluación crítica antes de adoptarse como estrategia frente al cambio climático.
Es importante involucrar a comunidades locales, porque son las más afectadas y las áreas protegidas son percibidas como una limitación para sus actividades económicas actuales o futuras, en particular por la limitación al acceso a recursos locales. En conclusión, bajo el modelo actual de desarrollo, aumentar la superficie de AP no garantiza la conservación de la biodiversidad, reducir la huella ecológica será más efectivo. Es necesario ver más allá del actual modelo de desarrollo, basado en crecimiento económico, pues este es el modelo que nos condujo a la actual crisis ambiental.
Bolivia asumió el compromiso 30×30 como parte del Marco Global de Biodiversidad (Kunming-Montreal), comprometiéndose a conservar al menos el 30% de sus áreas protegidas y ecosistemas estratégicos para el año 2030.
Esta nota de prensa fue realizada en el marco del proyecto “Procesos de incidencia para el fortalecimiento de políticas ambientales y de conservación en áreas protegidas y ecosistemas estratégicos de Bolivia” implementado por LIDEMA y las plataformas departamentales por las áreas protegidas y ecosistemas estratégicos, con el apoyo de WWF, WCS y FUNDESNAP.
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