Hay variedad de productos agrícolas: papa, choclo, locoto, haba, alverja, lechuga. Inclusive hay frutales que producen durazno y chirimoya. Los productores solo piden que les habiliten el mercado “Zenobio López” en La Paz para vender sus productos directamente.
La Paz, octubre de 2023 (ANA).- A más de sesenta kilómetros de la sede de gobierno, entre las estribaciones del gran Illimani y luego de una tortuosa vía ante la que el “camino de la muerte” que va a Los Yungas queda como una avenida, se encuentra el pueblo de Callimbaya compuesto por una comunidad de más de cuatrocientas personas y que se dedican a la producción agrícola, la cual constituye al lugar, a decir de sus propios moradores, en la despensa de la ciudad de La Paz.
Llegar fue toda una aventura. El propósito de la visita era dejar unos veinte contenedores de basura e instruir a la comunidad sobre su empleo adecuado a fin de no quemar ni desperdigar la basura, en este caso plásticos y otros, además de residuos sin embolsar, con el fin de trasladarlos a los contenedores de la sede de gobierno, para que reciban un tratamiento adecuado como el reciclaje.
Viajar en la cabina del camión, una volqueta del gobierno Autónomo Municipal de Palca (GAMP), porque hubo que ir de noche llevando los contenedores en la tolva, se constituyó en un atractivo espectacular. En más de una ocasión hubo que descender de la cabina pues había que inclinarla para poner agua al motor, pero el frío y la oscuridad afuera eran intensos.
“Nosotros en este lugar, gracias a este Illimani que tenemos producimos papa, choclo, locoto, haba, alverja, lechuga, todo lo que se pone en la tierra”, refirió uno de los comunarios a cargo del mercadeo de la producción de esa localidad cuyo nombre proviene de la otrora abundante producción de oca cuyo derivado era la caya, de ahí Cayimbaya.
“Las intermediarias nos botan del Mercado Rodríguez”
En Cayimbaya al menos se identifican tres pisos ecológicos: el de la cordillera con un clima muy frío, otro de los valles altos, un poco más templado, y, finalmente, el de los valles más bajos, donde inclusive hay frutales, entre ellos los que producen durazno, chirimoya, pacay y palta.
Sin embargo, existen enormes desproporciones con respecto a los productores y sus cultivos, en primer lugar, ellos deben salir de noche para llegar con sus productos a la sede de gobierno, específicamente al Mercado Rodríguez, adonde arriban a primeras horas de la madrugada, venden su producto a los y las intermediarias a costos muy bajos, y después deben retornar más que rápido porque quienes revenden en ese céntrico mercado proceden a echarlos y los tratan muy mal.
“De aquí salimos a las seis de la tarde y allá llegamos a la madrugada, la una de la mañana, doce, dos de la mañana llegamos, pero vendemos al revendedor, no vendemos al consumidor. Hay ratos se llena las cargas, se llena las papas, locotos, choclos, entonces damos a un precio bien regalado. Aquí también sufrimos, no es fácil hacer dar todos esos productos”.
Y es que en ese sentido ellos solicitan a las autoridades de la alcaldía paceña, en este caso mediante la dirección de Mercados, que les asignen un espacio para poder vender directamente sus productos del productor al consumidor, ponen por ejemplo al mercado de esa naturaleza denominado “Zenobio López” y que queda por las proximidades de Villa Copacabana y Miraflores, algo más allá de la parte de atrás del Jardín Botánico. Ellos solicitan que se reabra ese mercado, pero no obtienen respuesta favorable de las autoridades municipales.
“No tenemos otro lugar dónde llegar, eso habíamos pedido a nuestro alcalde, al alcalde de La Paz, hemos pedido, quisiera que nos dé al sector un lugar para vender, pero no nos da importancia, no nos hace caso, no nos colabora”.
Minería, la peor amenaza
Sin embargo, lamentablemente, eso no es todo, una seria amenaza es la minería que abunda por el sector y que explota wólfram e inclusive oro, esta actividad a la que se ven forzados los comunarios a dedicarse provoca que se agoten los acuíferos, que retrocedan los glaciares, que se empobrezca y se debilite la tierra, que haya menos bofedales, que se contaminen las fuentes de agua e inclusive algunos menores de edad, jóvenes de quince años, trabajan los fines de semana en esas actividades.
Es notorio el retroceso paulatino de los glaciares, pues hoy solo quedan paredes de roca, y lamentablemente nunca será lo mismo volver a la agricultura una vez que haya pasado el auge de la minería, porque esos suelos quedarán empobrecidos, habrán perdido su humedad y estarán contaminados, entonces ya no habrá alimentos ni para los comunarios ni para la ciudad de La Paz.
En ese sentido es fundamental que las autoridades ya sea del gobierno central como de la gobernación y municipales, por supuesto, atiendan favorablemente a esa comunidad y todas las del sector facilitándoles mercados libres de intermediarios en la ciudad de La Paz, otorgándoles transporte para sus productos, mejorando los incipientes y tortuosos caminos que se dirigen al lugar, brindando además señalización en esas vías, proveyendo de baños secos a la población y atendiendo varias otras necesidades primordiales que solo gracias a la iniciativa de organizaciones sin fines de lucro pretenden ser cubiertas. (VLM)