Queman bosques para vender a la ganadería y al agronegocio esos espacios deforestados, pero la Amazonía estaría libre de depredación y contaminación si se aplican técnicas especiales para obtener combustible ecológico que no dañaría el medio ambiente y sería mucho más rentable
La Paz, mayo de 2024 (ANA).- En el marco de las actividades del FOSPA 2024 (Foro Social Panamazónico) a efectuarse en Bolivia este año se realizó el conversatorio “Insumos para la campaña Deforestación Cero en la Amazonía” en el que especialistas efectuaron presentaciones sobre alternativas al biodiésel, racismo agrario, ampliación de la frontera agropecuaria en la Amazonía, así como bosque y agronegocio.
El objetivo del evento fue identificar acciones que permitan avanzar hacia la deforestación cero en la amazonia con soluciones reales y desde la diversidad de actores, “explicar que el conversatorio ha sido realizado en el marco de las actividades del FOSPA 2024 que estamos haciendo vinculados a varios análisis que se están dando desde diferentes sectores, aristas que tienen que ver con todo este proceso de degradación y de destrucción de nuestro Amazonas por mano del hombre”, se refirió Rita Saavedra, moderadora del conversatorio.
Producir ecodiésel en vez de quemar los residuos
Es posible hacer que la biomasa de plantaciones como soya, girasol y otras, en vez de solo aprovechar las semillas y quemar el resto, así como intentar el cultivo de palma africana, mediante un proceso específico sea transformado en combustible ecológico. Róger Carvajal, doctor en Ciencias Biológicas y Biomédicas y docente investigador emérito de la UMSA expuso el tema de alternativas al biodiésel para proteger la Amazonía.
“Haciendo prospección tecnológica, hemos encontrado que hay una tendencia que está bastante madura que se llama la despolimerización catalítica. ¿Qué quiere decir esto? Utiliza toda la biomasa disponible, es decir, cuando usted siembra, por ejemplo, girasol, para hacer el biodiésel saca nada más las semillas que son un mínimo porcentaje (10%) de la planta”, explicó el académico.
Carvajal refirió que de ese modo se evitarían las quemas como en la Amazonía, que depreda enormes espacios de bosque y grandes cantidades de biodiversidad; cómo: utilizando los desechos agrícolas equivalentes a 20es de toneladas anuales para el proceso de despolimerización y así obtener diésel ecológico que, además de abastecer el mercado interno, daría para exportar.
“…en vez de quemar, todo esto entra entre estas plantas, también puede entrar la basura orgánica: todo lo que son plásticos, telas, comida, etc. y quitando latas y vidrio, esas cosas, todo eso entra, y también los aceites en desecho, o sea todo eso generaría la cantidad suficiente y más de diésel, pero esto ya se llama diésel ecológico”, puntualizó el también ex viceministro ce Ciencia y Tecnología y miembro del directorio de Productividad Biosfera Medio Ambiente (Probioma).
Racismo agrario
Por su parte Octavio Orsag, historiador también graduado de la UMSA, cuyo trabajo analiza la historia de colonización nacional de los territorios de pueblos indígenas independientes en la Amazonia Boliviana y continental se refirió al racismo agrario como una tendencia a calificar de salvajes e incivilizados a los pueblos indígenas amazónicos advirtiendo que ello provoca su anulación, deslegitimización e invisibiización, para favorecer monocultivos que provocan grandes daños al medio ambiente en vez de la producción agrícola local que favorece a productos de la región como el asaí, el cacao y muchos otros, cultivados sin dañar a los bosques, la tierra, las aguas y la biodiversidad.
En ese sentido el racismo agrario es una idea de agricultura vinculada a negar lo existente, pues la agricultura externa se opone a las formas nativas de agricultura ya existente en la Amazonía, discriminando a los nativos, así como la economía liberal que se basa en exportación e importación.
Ello implicaría dependencia económica de las aduanas y creciente necesidad de sostener la balanza de pagos, tornando al agronegocio en una nueva forma de obtener divisas que ni siquiera van a las arcas estatales, sino a las de los privados, pues en ese marco todas las economías de exportación son extractivistas, por todo eso el historiador cuestionó si efectivamente la ciencia es neutral.
Colapso en la Amazonía
Ampliación de la frontera agropecuaria en la Amazonía fue el tema presentado por Vincent Vos, biólogo especialista en ecología tropical, quien, a tiempo de considerar que, pese a las normativas, la deforestación se mantiene y a ello se suma en los últimos años el tema de los incendios, además de extenderse cada vez más al norte e irse consolidando, inclusive en las zonas subandinas, estimó que todo es resultado de la ampliación de la frontera agropecuaria.
Todo ello también afecta al oxígeno, a los ríos aéreos, el agua ya no está llegando, Santa Cruz la cual perdió el 64% de ese líquido vital.
Vos, quien también cuenta con una maestría realizada sobre el programa de Manejo de Bosques en Riberalta, hizo referencia a las hidrovías que se orientan a facilitar la exportación de los productos del monocultivo, como la hidrovía Paraguay-Paraná que está ampliándose hacia el norte, al respecto citó a Puerto Bush y la invasión del pantanal, una zona altamente frágil, pero fundamental para el equilibrio ecosistémico por la humedad y la gran biodiversidad que alberga.
Otra hidrovía semejante, vendría a ser la que conecta con el río Madera para llegar con barcos que puedan sacar soya de allá, de Pando, “Por eso para ellos tumbar un bosque es un desastre: pesca, caza, etc. Donde se ponen vacas ya no hay arroyo. Asaí, majo, cacao, afectados. También afecta al oxígeno, a los ríos aéreos, el agua ya no está llegando, Santa Cruz perdió el 64% de su agua. Puede haber un colapso de la Amazonía”, advirtió el especialista.
Las tierras deforestadas tienen más valor de venta, por eso las queman
No podía faltar la ponencia de Stasiek Czaplicki, economista ambiental de subsistencia y especializado en cadenas de valor agropecuarias, quien abordó el tema relativo al bosque, agronegocio y biodiésel considerando el lado oculto de la deforestación, lo que provoca sobre todo la pérdida de ecosistemas boscosos, tragedia provocada por la codicia humana y que se viene incrementando en la Amazonía.
“La lógica: recibes tierra, la consigues a 160 dólares por hectárea y la desmontas (200 a 400 dólares por hectárea para desmontar), ya se la puede vender entre 1500 a 2000 dólares por ha., así se consigue préstamos muy convenientes, es decir bicicleteada o justificación financiera” y es que desde 2016 todo se incrementó y ahora suben a más de 200 mil has por año, pero según la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) menos del 3% es sancionado. A ello se reduciría su Función Económico Social (FES).
En cuanto a la tenencia de la tierra producto del desmonte en Bolivia, habría al menos 124 colonias menonitas en el país, quienes abarcarían al menos 1.4 millones de hectáreas. Al respecto cabe recordar que se conoció que algunas de estas colonias ya se encontrarían o estarían proyectando trasladarse de Santa Cruz al norte paceño para proseguir con el monocultivo.
Al respecto el expositor citó algunos datos, por ejemplo, que es estaría invirtiendo 238 millones de dólares en los cultivos de aceite de palma destinados a la obtención de biodiésel, particularmente en el Beni y el norte de La Paz. Con todo ello, la tenencia de bosques y su quema, habría un crecimiento de créditos bancarios vinculados al sector de la soya, la ganadería y el azúcar, los cuales se beneficiarían con el 23% de los préstamos bancarios del país. (VLM)