Durante su recorrido por el territorio boliviano, Yamada identificó un patrón especialmente preocupante: pérdida acelerada de bosques, suelos degradados, falta de agua y lluvias extremas que derivan en inundaciones repentinas.
La Paz, 30 noviembre (ANA).– crisis climática ya está transformando la vida de niñas, niños y adolescentes en Bolivia. Así lo afirma Yukiko Yamada, Directora Técnica de Sostenibilidad Ambiental y Acción Climática de World Vision International, quien visitó el país tras participar en la COP30 en Belém. Con más de quince años de experiencia en Asia, Centroamérica y América Latina, asegura que nunca había escuchado tanta preocupación entre la niñez. “Noté una preocupación creciente, miedo al futuro, miedo a perder especies, miedo a que su vida ya no sea segura. La salud mental de la niñez ya está siendo afectada por la crisis climática”, explica.
Un país afectado por sequías, incendios e inundaciones
Durante su recorrido por el territorio boliviano, Yamada identificó un patrón especialmente preocupante: pérdida acelerada de bosques, suelos degradados, falta de agua y lluvias extremas que derivan en inundaciones repentinas. “Aquí he visto una velocidad en la pérdida de bosques que no observé en ningún otro lugar. Cuando el suelo ya no puede retener agua, pasamos de la sequía a la inundación sin equilibrio”, afirma.
En las conversaciones con niñas, niños y adolescentes escuchó testimonios que reflejan el impacto cotidiano de esta crisis: miedo a quedarse sin agua, dificultades para respirar debido al aire contaminado, convivencia con basura acumulada, interrupción de clases por inundaciones y desplazamientos familiares provocados por la sequía. “La magnitud del impacto es enorme”, resume.
La carga emocional es otro factor crítico. Yamada destaca que vivir rodeados de contaminación, sin acceso adecuado al agua y viendo desaparecer animales o recursos que forman parte de su entorno genera un estrés profundo. Recuerda incluso el testimonio de una niña de las Islas del Solomón que conoció en la COP30: “Decía que su tierra está desapareciendo y con ella su identidad espiritual. Ese nivel de pérdida impacta profundamente”.

COP30 con energía juvenil y una ambición insuficiente
Para Yamada, la COP30 dejó un contraste significativo. Por un lado, fue la conferencia climática con mayor presencia juvenil que ha presenciado. “Había una energía impresionante. Estaban articulados, claros, movilizados”, destaca.
Pero al mismo tiempo, señaló la falta de acuerdos firmes en reducción de emisiones preocupa profundamente. “Es triste que no se haya logrado un acuerdo fuerte para reducir emisiones. La infancia es un periodo muy corto, y los retrasos en decisiones climáticas les están robando tiempo.”
Otro punto crítico es el financiamiento climático. “Solo el 6% del financiamiento climático global llega a programas para niñas, niños y jóvenes. Es muy poco”, afirma. Aunque los países industrializados se comprometieron a triplicar la inversión para la adaptación, la especialista alerta que esta ayuda tarda demasiado en llegar a las comunidades que ya viven la crisis. “Los recursos tardan tanto en llegar que no responden al ritmo del cambio climático. Necesitamos procesos más flexibles y rápidos”.
La energía y claridad de la juventud boliviana
En su visita, Yamada conversó con más de sesenta jóvenes de distintas regiones del país y quedó sorprendida por su capacidad de diagnóstico y movilización. “No son espectadores; quieren actuar y cambiar su realidad”, destaca.
Uno de los testimonios que más la conmovió fue el de una joven que hablaba de su amiga adolescente embarazada y del temor a que la contaminación y el ambiente degradado afectaran su salud. Ese nivel de empatía y conciencia comunitaria dice, refleja la urgencia de incluir a la juventud en las decisiones climáticas.

Escuchar a la niñez como punto de partida
Frente al inicio de una nueva gestión de gobierno en Bolivia, Yamada es clara en su recomendación: “Lo primero es escuchar a niñas, niños y jóvenes sin filtros. Crear espacios para que participen realmente en la implementación de las políticas climáticas”. Añade que en otros países ha visto cambios concretos cuando la niñez participa en clubes ambientales, comités comunitarios de agua o procesos de gestión del riesgo. “Cuando niñas y niños participan, la comunidad cambia”.
Antes de despedirse, Yamada dejó un mensaje directo a madres, padres, instituciones y ciudadanía: “Debemos dejar un país limpio a las próximas generaciones sin sentir vergüenza por lo que les heredamos”.
Enfatizó que la acción no depende únicamente de leyes o gobiernos, sino también de decisiones individuales y cotidianas. “No esperemos solo cambios de ley. El cambio empieza por mí: dejar el plástico de un solo uso, cuidar la electricidad, proteger el agua, estos pequeños pasos pueden generar grandes impactos”.
Para la experta, la advertencia es clara, la crisis climática ya está moldeando la infancia boliviana. La pregunta, dice, no es si se debe actuar, sino cuándo y con qué decisión se escuchará la voz de quienes hoy cargan un peso que no les corresponde.












