Vida, belleza escénica, sentimientos de paz y de energía son las sensaciones que perciben.
Texto e imágenes: Vladimir Ledezma Maldonado
La Paz, 1 de agosto de 2021 (ANA).- Varios guardaparques que se reunieron en la ciudad de La Paz, coincidieron en señalar que la labor que les toca de resguardar la calidad del aire, las fuentes de agua y la biodiversidad en su conjunto, desde las áreas protegidas donde desempeñan su labor es una tarea gratificante y de suma importancia para la vida en el planeta.
“Nuestra tarea es proteger la flora y la fauna silvestre para que la ciudadanía, la población boliviana y del mundo tenga el aire limpio porque las áreas protegidas cumplen funciones ambientales, son reguladores de cambios climáticos, generan el agua dulce, oxígeno, capturan el dióxido de carbono, en sí purifican el aire”, expresó Santos Mamani, guardaparque del Parque Nacional Cotapata y presidente de la Asociación Boliviana de Guardaparques, Agentes de Conservación (Abolac).
El Parque Nacional Cotapata con sus dos ecorregiones (Yungas y puna norteña con varios pisos altitudinales) viene a ser el más cercano a la sede de Gobierno, fue creado con una superficie de 40 mil hectáreas (1943) y cuenta con oficinas en Coroico y al menos dos campamentos, uno antes de llegar a Yolosita en Los Yungas y otro en la Cumbre, donde inicia el área protegida, en proximidades de la laguna Estrellani. Ofrece atractivos como su belleza escénica, nevados imponentes, lagunas espejadas, cascadas, bosque montano, caminos precolombinos y ruinas arqueológicas.
En muchas ocasiones las tareas de patrullaje deben efectuarse de madrugada o inclusive más antes, “algunos es en la mañana, cuatro de la mañana tienes que salir, sí, o cuatro, cinco de la mañana ya hay que salir, porque los cazadores furtivos a esa hora aparecen o los pescadores en otras regiones, entoncesel guardaparque su desayuno es arroz con huevo o un cafecito”.
Educación ambiental
Daniel Patzi, guardaparque del Parque Nacional Tunari y que se encuentra en la capital valluna, destacó la importancia de la educación ambiental y la concienciación sobre el manejo adecuado de las áreas protegidas dirigida a la población en general, como su importancia en el desarrollo de toda forma de vida o cuál o cuáles deben ser los comportamientos adecuados al visitarlas.
“Lo más bonito es dejar algo para las nuevas generaciones, es lo que uno se va a llevar como guardaparque, lo que va dejar es lo que está sembrando, el tema de conservación, protección es lo que va a dejar uno, ya sea flora, fauna o algunos materiales naturales que existen en el lugar como el oxígeno, el agua dulce… entonces seguimos con el amor y desempeño que uno tiene por el bien de la naturaleza, es el trabajo de guardaparques.”, reflexionó Patzi.
VL
El parque Nacional Tunari, entre la cordillera y los valles interandinos, cuenta con 300 mil hectáreas de extensión y abarca al menos cinco provincias y más de diez municipios. Su creación data de 1962 y posteriormente fue ratificada por otras normas que inclusive ampliaron sus límites, por todo ello se caracteriza, entre otros aspectos, por sus recursos hídricos y oscila entre los 2 mil y 5 mil metros de altura, contando con un gran biodiversidad en flora y avifauna con especies endémicas como el picaflor andino o el colibrí de Cochabamba, donde destacan atractivos turísticos como las aguas termales de Liriuni.
“Tenemos once municipios, 475 comunidades que están dentro del área protegida y realizamos los trabajos de conservación, protección, preservación en el tema de recursos hídricos por el cual se ha creado el área protegida”, destacó el agente de conservación del Parque Tunari.
Apostar al turismo responsable
Un aspecto que se complementa con la educación ambiental respecto a la gestión de las áreas protegidas es el turismo responsable, aquel dirigido a disfrutar los regalos de la naturaleza, pero sin ocasionarle ningún tipo de daño o alteración, refrendó Tito Zelada, guardaparque del área protegida Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni.
“Yo creo que a eso debemos apuntar ahora, como una fuente de ingresos también. En algunas áreas trabajan con el turismo, pero faltamos también una gran parte que se implemente, porque esos recursos al final van en bien de la gestión del área protegida”.
Esta reserva que fue creada en 1982 para proteger la biodiversidad y los recursos hídricos del lugar, cuenta con 135 mil hectáreas de superficie. Entre bosques, humedales y sabanas se cuenta una enorme variedad de fauna con más de 850 especies entre las que destacan el jaguar, el tapir, el jochi, el ciervo de los pantanos, el águila arpía y el caimán negro, entre muchas otras.
“El ser guardaparque es una vocación que uno tiene, cualquiera puede decir soy guardaparque, pero llevarlo en el corazón es difícil porque el que es guardaparque va a permanecer siempre ahí en la línea y el que no está adentro va a durar poco”, subrayó Zegada.
Recompensa de la naturaleza
Energía, paz y vitalidad, Jaime Castellón, guardaparque del Parque Nacional Carrasco situado al noreste de Cochabamba, resaltó el hecho de que la convivencia con la naturaleza compensa el esfuerzo realizado por el guardaparque en su labor de preservar el medio ambiente y la biodiversidad, porque es posible sentirla y palparla.
“Lo que yo he vivido es una experiencia muy bonita también tener el contacto con la naturaleza, más que todo con la especie de fauna, es glorioso ver todo el paisaje y encontrarte, yo creo que eso es una recompensa para nosotros como guardaparques”, reconoció el guardaparque.
El parque Nacional Carrasco (1991) que cuenta con más de 600 mil hectáreas y abarca tres provincias (Tiraque, Chapare y Carrasco) mientras que colinda con once municipios, destaca por la belleza escénica que ofrece como ríos anchurosos, selvas, valles y cañones, una enorme biodiversidad en flora que incluye una variedad de orquídeas y plantas exóticas, así como fauna que incluye especies endémicas entre mamíferos, aves y reptiles ofrece atractivos espectaculares como Incachaca y las cavernas del Repechón, entre muchos otros.
“Tener frente a frente un encuentro con un oso jucumari, ver las especies de serpientes que están ahí, las ves y las miras como saludarnos, palparnos, esa parte, lo que palpamos es lo que a nosotros nos hace bien, nos sentimos orgullosos de poder tener ese sentimiento con la naturaleza”, finalizó Castellón. (VLM)